Capítulo 7

Habían pasado tres días desde que ocurrió aquel incendio que había destrozado parte de nuestra casa. Nuestra vecina, Puri, y sus hijos nos trataban como si fuéramos parte de su familia. Álvaro, Miguel y yo nos habíamos hecho muy amigos, pero necesitaba a Vero. No la había visto desde la fiesta en la piscina, así que propuse a mis agradables vecinos conocer a mi mejor amiga.
Eran alrededor de las seis de la tarde cuando llegamos a su casa, mucho más amplia que la casa en la que me hospedaba. Sonreí, suspiré y llamé al timbre mientras el pequeño se recolocaba a mi derecha y el mayor a mi izquierda.
- ¡Ester!
- ¡Vero!- nos fundimos en un cálido abrazo.
- Ya me han contado lo del incendio... No sabes cuanto lo siento.
- No importa, porque ahora estoy viviendo en casa de mis vecinos.- a continuación, presenté.
Pasamos a casa de Vero, y charlamos durante unas largas 3 horas, hasta que nos dimos cuenta de que Miguel debía haber estado hacía media hora en casa.
Miguel, Álvaro y yo corrimos como nunca lo habíamos hecho. Si de nuevo queríamos volver a casa de Vero debíamos darnos prisa.
- Son más de las nueve.- dijo Puri, que se encontraba en la puerta de la casa esperando nuestra llegada.
- Sí... lo sabemos... lo siento.- Álvaro siempre sabía como conmover a su madre, y una vez más lo había conseguido.
Tras la cena Álvaro y yo volvimos a salir hacia la casa de Vero. Se habían caído bien, y eso era bastante satisfactorio.
Cuando ya llevábamos unos metros andados, comenzó nuestra conversación sobre el frescor de la noche y las estrellas que la acompañaban. Entonces, Álvaro pasó suavemente uno de sus brazos alrededor de mi cintura y yo apoyé mi cabeza sobre su hombro izquierdo. Estaba cómoda, me sentía bien. En los tres días en los que ellos me habían recogido en sus casa había logrado gran confianza con cada miembro de su familia; podría permitirme caminar así por la calle. Por primera vez no me importaba lo que la gente con la que nos cruzábamos pensase, aquella posición era agradable, eso era lo que importaba. Giré mi cabeza hacia la suya, nos miramos, y su rostro dibujó una sonrisa tan blanca como la Luna que iluminaba aquella noche.

4 comentarios:

Pauly :) dijo...
13 de agosto de 2009, 16:27

me encanta¡¡ es un capitulo precioso¡¡¡

RoRó(: dijo...
13 de agosto de 2009, 16:37

muchas gracias pauly! =D

Raquel dijo...
25 de agosto de 2009, 14:44

¡¡Qué románticoo!! ¡¡¡me encanta este apitulo!!!

RoRó(: dijo...
31 de agosto de 2009, 20:27

gracias mayte..!

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