Llegamos a casa de Vero en la misma posición que habíamos llevado todo el camino. Entonces él se separó de mí, abrió la puerta del jardín y me dejó pasar. Vero ya estaba en la puerta esperándonos: vestía una blusa larga verde sin tirantes y unos pantalones muy cortos y negros que apenas se veían a causa de la blusa. Un momento... ¿verde?
- ¡Vero!
- ¡¿Qué?!
- Oh, Dios mío. ¡Las dos vamos vestidas de verde!- yo llevaba un mini-vestido del mismo tono que la blusa de Vero.
- Rápido, ¿qué hora es?
- Las once menos cuarto.- intervino Álvaro.
- Pues entremos deprisa en mi casa y me cambio lo antes posible.
Teníamos apenas cuarto de hora para revestir a Vero y llegar a tiempo con el resto de los amigos, es decir, misión imposible.
Corrimos a toda velocidad al vestidor de Vero y dejamos a Álvaro tras la puerta metiéndonos prisa. A los diez minutos de esto, Vero y yo salimos del vestidor ya decentemente conjuntadas (ella de amarillo y yo de verde) y nos encontramos al pobre Álvaro desesperado contando los pocos minutos que nos quedaban.
Salimos de la casa, ella se quitó los zapatos, y él me cargó sobre su espalda. El resultado, una chica corriendo descalza en medio de la calle y otros dos individuos a caballo y gritando a la desesperada.
A los quince minutos (llegábamos tarde) por fin nos encontrábamos en el parque donde nos reuníamos a menudo todos los amigos. Nos sentamos en el césped, y comenzamos a reír a carcajadas.
- Ester.-
- ¿Qué?.- paré de reírme en seco, sabía quién me estaba hablando.
- Estás muy guapa hoy.- mientras su mano me ayudaba a levantarme del césped, le respondí:
- Muchas gracias, Hugo.- miré a Vero, que me sonrió.
- Yo creo que en lugar de estar toda la noche estrechándonos la mano, podríamos darnos dos besos.- se rió.
Nos besamos una vez en cada mejilla, pero aún no nos habíamos soltado las manos, y así comenzamos a atravesar el parque, hasta que ya no hubieron personas que nos molestaran en un radio de cincuenta metros.
- ¿Sabías que el verde te sienta genial?- dijo mientras nos sentábamos despacio sobre la hierba.- Hace juego con tus ojos.
- ¿De verdad? Pero mis ojos no son verdes. Mi amiga Vero dice que son más bien "ambarinos".- comencé a reír.
Pero entonces él me cayó con un suave beso.